¿Qué puedes hacer si pierdes tus llaves en Madrid?

Llegas a casa después de un día largo de trabajo, rumiando esa reunión que has tenido que no te ha gustado mucho y ese compañero que se las da de listo. Un trepa. El mundo está lleno de trepas. Finalmente sales del ascensor visualizándote ya tirada en el sofá, mirando al techo, sin hacer nada. Comienzas a buscar. Las llaves no aparecen. Vuelves a buscar, nada. Ni rastro. No se oye el llavero. Maldices que las llaves no sean como un móvil al que llamar para que, cuando suene, identifiques dónde está. Te resignas y buscas en google cerrajeros 24 horas en Madrid.

Así que mientras lo buscas cerrajeros, te vuelves a meter en el ascensor y bajas a la calle. Total, en casa no puedes entrar, así que, ¿por qué quedarse en la puerta? Piensas en el anuncio de Casa Tarradellas y en la pizza que debería ofrecerte un vecino que no tienes porque el único joven del edificio sabes que está en la peluquería. Y piensas, de pronto, que hace unos meses os intercambiasteis las llaves de casa.



Así que vas camino de Chueca a buscarle. Y ya de paso, como no tienes más prisa que la de descansar tirada en el sofá con los pies encima de la mesa baja en una casa en la que no puedes entrar, entras en el Mercado de San Antón. Ves las múltiples especias y legumbres y arroz de miles de colores que venden, decides comprar arroz rosa para la comida que vas a organizar el domingo y escribes a tu vecino para preguntarle a qué hora sale porque, pensándolo bien, nunca tuviste tanto tiempo libre entre semana para dar una vuelta por tu ciudad, por la ciudad en la que vives desde hace muchos años y de la que casi poco o nada conoces.

Sigues vagando y empiezas a descubrir un montón de sitios, bares, tiendas, cafeterías que jamás habías visto por la calle Fernando VI. Entras en una pastelería y te compras una palmera de chocolate. En algún lugar leíste que las palmeras de la Duquesita eran de las mejores de la ciudad. Hasta entonces no tenías ni idea siquiera de dónde estaba.

Sigues caminando despistada, entrando y saliendo de las calles que te llevan hasta la peluquería de tu vecino que aún no te ha contestado. Te asomas en una especie de patio lleno de macetas. Lees “El huerto de Lucas”, dentro hay distintos puestecillos y una chica está haciendo una conferencia sobre consumo responsable. Te quedas un rato a escucharla y compras unas algas. De pronto piensas que no estás tan lejos del Museo del Prado y que hay una exposición que siempre quisiste ir a ver.

Pasas la iglesia de Santa Bárbara. Qué bonita. Y desfilas por el Paseo de Recoletos redescubriendo la inmensidad de Madrid, la ciudad de las patrias chicas, como leíste una vez que en un artículo, quizá de Elvira Lindo.  Ves los kioskos, el Espejo, el café de Gijón, la diosa Cibeles, más abajo Neptuno. Subes un momento la cuesta Moyano para ver los libros que hay. Y ya decides que se está haciendo tarde y vas hacia el Museo. Miras el móvil. Yago ya te ha contestado. “Voy a ver la exposición y luego voy a por la llave”, piensas, "y si no, hay cerrajeros madrid 24 horas que me podrán abrir a cualquier hora".

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Mi nombre es Cristina y me encanta Madrid.

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